lunes, 5 de mayo de 2008

Toros y Cante en Zamora. Por Félix R. Lozano.

Tengo que empezar diciendo que de toros no entiendo nada, pero no tengo malas habilidades de observación y soy un modesto aficionado al flamenco. Desconozco si hay precedentes de unión de ambas artes, pero puedo afirmar con rotundidad que los protagonistas de la corrida, es decir, los actores – toreros y los espectadores – aficionados, presentes el pasado domingo día 4 en el coso zamorano, aprobaron la fórmula. Es más me atrevería a decir que le dieron matricula de honor. De los otros protagonistas, los animales, no tengo opinión. Hechos. Los reiterados y sonoros aplausos no ya al final de la ejecución de cada palo (estilo flamenco), que se producían siempre, también ocurrían al final de cada copla (estrofa), incluso en varias ocasiones al finalizar el tercio (verso). Normalmente cuando el público aplaude y lo hace de forma intensa es que está satisfecho. Más hechos. Se había pactado con los flamencos no hacer más de dos coplas de cada cante durante el toreo de muleta, y cual sería la sorpresa de los organizadores cuando ya en el primer toro David Luguillano pidió a los artistas que continuaran con el cante, proceder que repitieron varios toreros más. ¿Significaría que deseaban que su lidia fuera acompañada? En todas las ocasiones en que se produjo la vuelta al ruedo los diestros saludaron con la correspondiente reverencia a Pilar Villarejo y al tocaor Diego Gallardo. Como saludaron de forma claramente ostensible, tanto ellos como sus respectivas cuadrillas, dirigiéndose a la meseta de toriles cuando hacían el paseíllo de despedida. Sobre dicha meseta estaban los artistas flamencos, por lo que es de suponer que era a ellos a quienes saludaban mostrándose agradecidos. ¿O no? Máxime cuando aumentaba dichos saludos al ser correspondidos por La Ratita. Más aspectos destacables. No se detectaron entre el público conductas de castigo del tipo de silbidos, verbalizaciones de “fuera”, “basta”, etc. en ningún momento de la actuación. Por el contrario fueron decenas de aficionados –a los toros– los que manifestaron expresamente a los organizadores lo acertado de la fórmula, durante y después del Festival Taurino.
Centrándonos ya en la actuación musical, decir que fue variada y redonda. Eso sí en ningún momento hubo cante por tonás ni por mineras. Es más, no hubo ningún apunte de cante minero levantino en toda la tarde. Abren el espectáculo por alegrías, siguen dos fandangos del Niño Gloria para dar pase a las bulerías por soleá al iniciar la faena de muleta David Luguillano, al que La Ratita premió nuevamente en la vuelta al ruedo con un fandango alusivo a la valentía del torero, cante de Porrinas de Badajoz. La muleta de Oscar Higares se vio adornada con dos seguiriyas: Antonio Cagancho y El Ciego de la Peña. A Eduardo Gallo le tocó cante por soleá: La primera de Enrique el Mellizo, Paquirri El Guanté, Tía Jilica de Marchena, Curro Frijones y la segunda del Mellizo. Las faenas de muleta del Capea fueron amenizadas por rondeña y fandangos de Ronda. Las del zamorano Sergio Marín por tientos y las del jerezano Miguel Ángel Sánchez por bulerías. Preciosa estampa de remate: dos artistas de Badajoz, cantándole por bulerías a un novillero de Jerez, en la plaza de toros de Zamora.
Y aquí termina la historia. Como se apunto más arriba, con los protagonistas de la arena saludando a los artistas y el público pidiendo la repetición de la hermandad entre toros y flamenco.

Félix R. Lozano. Vicepresidente de la Peña Flamenca "Amigos del Cante". Zamora, 2008.